La Congregación de Religiosas Adoratrices nació en 1856 en Madrid (España) de la mano de una mujer audaz y perseverante María de la Soledad, Micaela, Agustina, Antonia, Bibiana, Desmaissières y López de Dicastillo, Vizcondesa de Jorbalán, conocida desde su canonización en 1934 como Santa María Micaela del Santísimo Sacramento.
Su historia es la de una chica corriente de la época que vio más allá. Sus labores se centraban en acudir a fiestas sociales y realizar actos de caridad. En una de sus habituales visitas caritativas al Hospital de San Juan de Dios tomó conciencia de lo que la prostitución podía devastar a una mujer, no solo en el exterior, sino también en el interior.
Ni corta ni perezosa, decide crear un colegio en el que las chicas puedan buscar otro futuro. Así, desde 1845, se dedica a rescatar y formar a mujeres de la calle. Inicialmente las colaboradoras de Micaela eran sus amigas, pero su labor crece con los años y, en 1850, ella decide que debe tomar las riendas totales del colegio, lo que la lleva a dejar la corte y los lujos e irse a vivir con sus alumnas al centro que ha levantado. Sus seguidoras aumentan y nuestra fundadora se ve en la necesidad de formar una comunidad que dé estabilidad a la obra; es así como surge la Congregación de Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad.
Al colegio de Madrid le seguirán en pocos años el de Zaragoza, Valencia, Barcelona, Burgos, Pinto, Santander y Guadalajara llegan en la actualidad a ser 12 colegios en España y estamos presentes en 23 países.
El deseo de la Madre Sacramento, como pasó a llamarse al crear la congregación, por ayudar a todos en cualquier circunstancia, la llevó a Valencia durante una epidemia de cólera. La muerte le llegó a través de esta enfermedad el 24 de agosto de 1865. Su obra nunca morirá.
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